La autoestima es la moneda universal con que los seres humanos nos reconocemos unos a otros.
Si nuestra autoestima es saludable, reflejaremos la persona maravillosa que hay dentro de cada uno,
si carecemos de ella, estaremos perdidos e infelices.
Dios nos creo con el diseño de ser sus hijos, con una autoestima correcta, seguros y confiables.
Es algo así como mirarnos al espejo y amar la persona que se refleja en el, amar toda la persona que Dios creo en nosotros, con sus falencias, errores, así como todos los dones y talentos que hemos recibido y retenido a nuestro favor de parte de quien nos creo.
Reconocernos a nosotros mismos es una bendición que alumbra y enriquece nuestro ser interior, vivir en esa bella tranquilidad de aceptarnos y tener misericordia con nosotros primeramente es sobrenatural.
Generalmente somos carentes de paciencia con nosotros mismos como norma, apagando-nos aun sin que lo entendamos, no hemos entrenado nuestro espíritu a la sujeción del agradecimiento a Dios por su perfecta y original creación que refleja en cada uno de nosotros y lo que somos.
Hay mucha gente afuera que cuando se miran a si mismos no se reconocen, ni siquiera se sienten hermosos o valiosos, no les gusta la persona que se refleja en ese espejo, si no se reconocen jamas llegaran a la satisfactoria madurez personal, esto mismo desencadenara la falta de amor para si mismos formando individuos incompletos e insatisfechos consigo mismos y con los demás.
Si carecemos de autoestima personal, no podremos llegar al despertar de una nueva conciencia espiritual que aporte a la creación de una mejor humanidad. Amemos quienes somos y tratemos de conocernos tal cual somos, aceptemos la bella persona que somos y creamos en nosotros mismos, tenemos que convertirnos en nuestro mejor fan y amigo personal de cada quien.
Una buena y sana autoestima en cada individuo aportara a que construyamos un mundo mejor.
Abrazos,
Rita Maria
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